por: Juan Carlos Pascual
La sensación que me queda al salir de visitar el “Génesis” de Sebastião Salgado es agridulce.
Mis deseos traicioneros y optimistas me hacían esperar una película de autor, pero la realidad me mostró una superproducción con todo lo que ello conlleva, todos los medios habidos y por haber, efectos impresionantes, pero poco corazón.
Salgado recurre a la épica para mostrarnos la primigeneidad de nuestro planeta, la naturaleza virgen que aún pervive, la casi nula contaminación que el progreso y la mano del hombre van sembrando con el tiempo en cada vez más lugares.
Y para ello realizó más de 30 viajes por zonas recónditas de la Antártida, África, Norteamérica o La Amazonia.
Las 245 fotografías que componen la exposición están vestidas de un blanco y negro casi siempre contrastado y con detalle en todo el rango dinámico de las imágenes.
Aquí encuentro una de las lagunas de esta muestra, se echa de menos el color en multitud de esas fotografías. Para mí la sangre es roja, no negra, y la lava es de un naranja intenso, no grisácea, casi del mismo gris que las piedras que hacen de orilla o el cielo que las cubre.
Se llegan a empastar troncos de árboles con las hojas, incluso con la piel humana, y todo ello resta potencia a una posible imagen en color.
Por supuesto no siempre es así, y es en las imágenes menos pretenciosas y más límpias y minimalistas donde el blanco y negro cobra toda su fuerza y su sentido, como en una cola de ballena asomando sobre la superficie del mar o unas siluetas de pescadores que palean con sus remos para hacer avanzar su canoa.
Las imágenes de paisajes tienen mucha fuerza visual, gran parte de ellas están tomadas desde puntos elevados, incluso desde avionetas, helicópteros o globos, logrando vastos horizontes de cielos dramáticamente nublados, con una impresionante sensación de profundidad. Son con toda seguridad las fotografías que más refuerzan esa “épica” que tanto se empeña en buscar el autor.
En las instantáneas de animales hay de todo, tanto bueno como prescindible. Se mezclan aglomeraciones migratorias de mamíferos en magníficas composiciones diagonales y lineales con otras donde impera la confusión visual. Primeros planos de aves integradas perfectamente en un entorno rocoso pleno de plumíferos de la misma especie a la vez que bandadas de pájaros volando a lo lejos que no dicen nada, o típicas fotografías “de las que todos hacemos”.
Con las imágenes de seres humanos ocurre un tanto de lo mismo, con la extrañeza de ver retratos colectivos que parecen hechos en un estudio y un poco más adelante magníficas fotografías de las mujeres Zo’é de Towari Ypy totalmente mimetizadas en su hábitat natural.
Como anécdota tengo que decir que me ha escamado ver una serie de fotos de la tribu Mentawai de Indonesia o los Himba de Namibia, en las que me pareció reconocer a un par de “nativos” que aparecían en el sospechoso programa de televisión Perdidos en la tribu. ¿Casualidad?
También quiero comentar un par de detalles técnicos que me han sorprendido y eran objeto de debate entre los asistentes.
Parece ser que Salgado inició este proyecto con equipos analógicos y lo terminó en digital por motivos logísticos. Pero más allá de eso hay fotografías que tienen un grano excesivo no justificable por la luz ambiente más que suficiente. Y sin embargo hay retratos en interiores con luz tamizada y bastante justa que no muestran el mínimo rastro de grano ni de ruido. Como digo había muchos visitantes comentando esto mismo.
La otra cuestión se refiere al procesado de alguna de las imágenes, que les dan un acabado un tanto plástico o incluso de hdr que pueden llegar a molestar al espectador.
Para concluir este análisis totalmente personal, diré que la impresión general que me llevo es que Salgado ha querido realizar su obra cumbre (su edad no le permitirá muchas más aventuras como ésta) pero se ha quedado a medias. Hay imágenes francamente impresionantes y llamativas, tanto por la espectacularidad como por la limpieza y la simplicidad, pero también hay un buen número que son totalmente prescindible.
A mi me enseñaron que la calidad de una exposición fotográfica la determina la calidad de la peor imagen mostrada en la misma. Bajo esta premisa debo decir que “Génesis” puede resultar decepcionante.
Luces y sombras de un trabajo que a pesar de sus carencias es una cita obligada para los amantes de la fotografía, que por cierto se podrá visitar en Barcelona a partir del 2 de octubre de este mismo año.
Fotografías: Sebastião Salgado